El cáncer de mama, más allá de ser una enfermedad física, puede tener mucho que ver con cómo nos sentimos por dentro y con lo que no decimos o no expresamos. Según lo que he aprendido de Javier Wolcoff, muchas veces las emociones que nos guardamos o los conflictos que no resolvemos se terminan reflejando en nuestro cuerpo. El pecho está muy relacionado con el cuidado y la protección, así que si hay cosas no resueltas con la familia, los hijos o incluso con nosotras mismas, eso puede afectar nuestra salud.
Vadim Zeland, con su enfoque del Transurfing, lo explica de otra manera: dice que la realidad es como un espejo de lo que sentimos y pensamos. Si estamos viviendo de una forma que no va con lo que realmente queremos, si estamos haciendo lo que los demás esperan de nosotras y no lo que nos hace bien, eso crea un desajuste. Y ese desajuste puede aparecer en el cuerpo en forma de enfermedad.
Entonces, el cáncer de mama no es solo un tema físico. A veces, tiene que ver con todo lo que llevamos dentro, como las culpas, el sentir que tenemos que cuidar de todos menos de nosotras mismas, o la presión de la sociedad para cumplir con ciertos roles. Lo importante acá es preguntarnos: ¿Estoy viviendo la vida que quiero o la que los demás esperan de mí?
El Transurfing nos enseña que podemos cambiar de «película» y elegir una vida donde nos sintamos en paz, tanto emocional como físicamente. Liberar las emociones atrapadas y vivir de acuerdo a lo que realmente queremos puede ayudarnos a estar en equilibrio, y ese equilibrio es clave para nuestra salud.